La plataforma EDUCA y la Obra Social ABANCA han dado a conocer los nombres de los ganadores de la cuarta edición de sus premios en los que se reconoce la labor profesional de docentes de toda España en las diferentes etapas educativas. En la categoría de educación superior, el profesor güimarero de la Universidad de La Laguna David Pérez Jorge ha obtenido el segundo puesto nacional de un total de diez finalistas. La gala de entrega de estos galardones tendrá lugar de forma telemática mañana sábado 27 de febrero.
Esta convocatoria reconoce la labor docente y las buenas prácticas educativas. Cualquier alumno o alumna puede presentar al certamen a uno o varios docentes a través del formulario disponible en la web. En el caso de las etapas de Infantil y Primaria serán las familias quienes realicen las propuestas.
Licenciado en Pedagogía por la Universidad de La Laguna, David Pérez Jorge es también Graduado en Educación Primaria y Doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación. En su curriculum cuenta con títulos de posgrado de maestrías y expertos dedicados , tales como el Máster Universitario Educar en Diversidad; Experto en Evaluación de la Calidad de la Educación Universitaria, el Máster en Sueño, Fisiología y Medicina; Máster en Mediación Intercultural o el Máster en Competencias Educativas e Intervención con Menores.
En la actualidad David Pérez es profesor del Departamento de Didáctica e Investigación Educativa de la Universidad de La Laguna, además de docente en la UNED, dirige el Máster Universitario en Intervención Psicopedagógica en contextos de Educación Formal y No Formal de la Universidad de la Laguna. El profesor colabora también en investigaciones con las universidades de Creta, Cracovia, Praga, Chile y varias universidades españolas.
Mañana recibirá formalmente este reconocimiento. ¿Qué ha significado para usted que el propio alumnado lo proponga para un premio?
Ha sido un premio de los más importantes de mi vida, supone un reconocimiento del alumnado al trabajo y entrega diaria. Mi experiencia docente ha sido muy larga y dilatada en el ámbito no universitario. Di clase durante 20 años en educación primaria y secundaria y siempre sentí el calor, apoyo y reconocimiento tanto de compañeros como de padres, pero especialmente llevo en el corazón el constante agradecimiento y cariño de mi alumnado. Hace 8 años que dejé la escuela y entré a tiempo completo en la universidad y aún recuerdo la calurosa y cariñosa despedida de mi alumnado, recuerdo un pasillo humano aplaudiendo hasta la puerta, el día que me fui, para afrontar el reto que suponía llegar a la universidad y formar a los futuros maestros, pedagogos y psicólogos. Hoy aplaudo a mi universidad a mis alumnos y alumnas y aquellos compañeros que me han animado a crecer en lo personal y en lo humano. Este es un premio compartido con todos ellos porque sin la huella que cada uno ha dejado en mí, nada de esto hubiera sido posible.
Más allá de lo que significa el premio, lo que realmente me llena de este reconocimiento es sentir que lo que enseño y cómo lo enseño interesa y gusta a mi alumnado.
Gracias a mi universidad gracias a mi alumnado y gracias a todos los que me alentaron a vivir el reto y la responsabilidad de enseñar.
¿Siempre quiso dedicarse a la docencia?
Mi infancia trascurrió de forma tranquila y en un entorno interesante para los ojos observadores de un niño que desde pequeño sintió el deseo de aprender. Recuerdo las tardes junto a mi padre, en el taller ideando, con restos de madera, cualquier objeto que mi mente imaginara. Curiosamente de pequeño no me gustaba la escuela, me dolía la barriga y acceder a la puerta del colegio suponía una tortura. Pasé años asistiendo a una escuela que no me inspiraba, ni permitía dejar volar mi imaginación hasta que en 6º de primaria tuve la suerte de encontrar a una profesora (Victoria Delgado) que supo inspirar, no solo mi deseo de aprender, sino que mi motivación por enseñar. Fue una persona fundamental en mi vida ya que me inculcó la motivación por enseñar y mi deseo e inquietud constante de aprender.
Ya con 10 años leía libros de anatomía animal y disecaba animales muertos y extraía su estructura ósea (que limpiaba y trataba adecuadamente) para enseñársela a los compañeros de clase.
¿Cree que la profesión de docente y, en general, la educación, están suficientemente valoradas en la sociedad?
Aunque en un barómetro del CIS de 2013, la profesión de profesor fue una de las mejor valoradas, afirmaba ese estudio que muy pocos profesores recomendarían a sus hijos ser profesores. Creo que las estadísticas y baremos han de ser cuidadosamente analizados, generalmente la figura del profesor no ha sido muy reconocida y valorada en España, el hecho de que no se recomiende a los hijos dedicarse a la docencia puede ser un indicador de que realmente ese reconocimiento no sea más que una simple declaración de intenciones.
Si me lo preguntaran a mí les diría que, si recomendaría a mis dos hijas ser docentes, (siempre que sintieran la profesión y tuvieran vocación) pero les hablaría claramente del esfuerzo, del trabajo extra, de la necesidad de implicarse, de las horas sin dormir, de las preocupaciones por niños y niñas y familias, del reto de buscar formas para que los niños y niñas con dificultades pudieran avanzar… Quizá quienes recomiendan el no dedicarse a la docencia sean quienes mejor conocen el esfuerzo y sacrificio que implica ser un buen docente.
Ha recibido el premio en el año que pasará a la historia como el curso Covid-19. ¿Qué dificultades ha tenido y tiene en el desarrollo de sus clases? ¿Estamos preparados para cubrir estas nuevas necesidades?
Ha sido un año duro, en el que los cambios sobrevenidos por la situación de pandemia, nos obligaron a reinventarnos tanto a docentes como a alumnado. La incertidumbre de aquel mes de marzo y venideros, me llevaron a estar muy pendiente de mis alumnos y alumnas, tuve apoyarles en el proceso de adaptación y a estar junto a ellos en todo momento. Durante este periodo no hubo horario y la diversidad de circunstancias personales y académicas me llevaron a ser casi un padre. Han sido momentos duros pero muy emotivos y gratificantes a nivel personal.
¿Cómo es una clase con David Pérez?
Mis clases son dinámicas y muy participativas, basadas en la experiencia previa de mi alumnado y mi experiencia personal como docente. La realidad que nos rodea forma parte de mis situaciones de aprendizaje; noticias, videos, supuestos prácticos visitas de expertos o visitas a centros de investigación o centros educativos que desarrollan experiencias innovadoras son parte de mi día a día con el alumnado.
Queda constatado que los profesores marcan de alguna forma a su alumnado. ¿Pasa también a la inversa?
En mi caso siempre ha sido así, soy lo que cada uno de mis alumnos ha inspirado en mí. Los problemas y dificultades de cada uno me han ayudado a madurar como profesional y a desarrollar una sensibilidad especial y cariño por todos los que pasaron por mi aula. De todos guardo recuerdos, regalos y sobre todo palabras de agradecimiento y cariño hacia mí. Han sido dos etapas muy diferentes las que me han marcado
De la etapa no universitaria me quedo, con los abrazos, los te quiero y el reconocimiento en general que me dieron siempre mis niños y niñas y sus familias. Despertar una sonrisa o inspirar el deseo de aprender fueron dos aspectos que siempre motivaron mi quehacer durante este periodo.
Hoy en día, agradezco el apoyo de mi universidad, especialmente durante estos dos últimos años, en los que la entrega a mi carrera profesional como investigador y docente, me ha permitido recoger importantes frutos y reconocimientos como este premio de la Fundación ABANCA. Fernando, María del Carmen, Olga, son parte de mi “familia académica” que ha inspirado mi deseo de seguir creciendo y aprendiendo en la Universidad de La Laguna.
¿Qué se necesita para estar entre los mejores docentes de España?
Mis alumnos siempre han agradecido mi entrega y compromiso con ellos, pero especialmente siempre han destacado mi calidad humana. La implicación tanto en clase como fuera de ella en proyectos socioeducativos ha tenido la culpa.
Una cuestión que me sorprendió de los premios ABANCA fue el alto nivel de exigencia en investigación, publicaciones, formación y transferencia. Nos evaluaron el currículum del curso 2019-2020, esto hace más difícil llegar a ser finalista dado que la producción de los investigadores no siempre se concentra en un año.
¿Qué lo motiva para decantarse por la enseñanza universitaria?
La experiencia en la educación no universitaria, me permitió observar dificultades y necesidades en el ámbito educativo. Pensé que ir a la universidad a formar a futuros profesionales de la educación me permitiría inspirarles para un cambio y revolución en las escuelas.
Desde 2012 ha centrado su línea de investigación en la educación para la diversidad. ¿Qué queda por hacer en educación en ese ámbito?
Hay muchas cuestiones que han de ser repensadas y reorientadas, especialmente en el ámbito de la respuesta a la diversidad en los centros educativos. Sigue habiendo necesidades en la dotación de profesionales para mejorar la respuesta que se está dando a niños y niñas en las escuelas. La diversidad ya no es algo excepcional lo común es lo diverso y la diferencia como valor propio de nuestra condición de seres humanos.
Creo que los más importante y urgente es la renovación y actualización de los planes de formación del profesorado y el desarrollo de “leyes educativas estables”, (que no dependan del partido de turno) con memorias económicas que permitan mejorar la escuela, convirtiéndola en una institución promotora de cambios económicos y sociales orientados hacia una sociedad más justa y equitativa.
Los procesos de burocratización de la enseñanza están consumiendo el tiempo de los docentes, que casi se ven sin horas para pensar en “cómo hacer sus clases más atractivas e interesantes”. La obsesión por medir y por comprobar lo que el alumnado aprende está convirtiendo “el examen” en la principal tarea. Los estudios e investigaciones sobre el efecto del stress en la salud mental de niños y jóvenes y las evidencias y hallazgos de las secuelas de la ansiedad en ellos, debería hacernos reflexionar sobre cómo viven el día a día en las escuelas estos niños y niñas. Los colegios deberían pensar en estrategias evaluativas alternativas, que no sometieran a stress permanente a su alumnado, creo que, si les preguntáramos a ello acerca de lo que eliminarían de las escuelas, seríamos capaces de intuir su repuesta y de reflexionar sobre el objetivo real de la educación en la etapa obligatoria.
En cuanto al nivel universitario, la realidad de la burocratización no dista de la situación de las escuelas. La evaluación permanente de la actividad docente e investigadora a la que se somete de forma recurrente al profesorado puede estar afectando a la calidad de la enseñanza. La situación laboral y salarial del docente universitario ha de ser revisada, no parece lógico que un docente de cualquier nivel educativo no universitario pueda conseguir un puesto de trabajo estable aprobando una oposición y que un profesor de universidad se tenga que someter a concurso público (hasta en 4 ocasiones) para tener una plaza estable.
¿Puede contarnos alguna experiencia de cuando ejerció como docente en Güímar?
Son tantas y tan variadas que sería casi motivo de un libro. Toda mi experiencia docente en mi pueblo fue espacial, desde excusiones, convivencias, fiestas… un sinfín de anécdotas casi diarias que me hacían vivir con ilusión y pasión el ir a mi colegio a enseñar. Recuerdo que solía ir, desde bien temprano, antes de abrir el cole para dar apoyo a los niños y niñas con dificultades y todos quería estar desde bien temprano. Empezábamos siendo dos o tres el primer mes y acabábamos con la clase entera y parte de otras clases a mediados y final de curo. No era solo lo que se enseñaba sino como lo vivíamos y sentíamos, me sentía casi como el padre de todos, de echo era muy frecuente que me llamaran papá.
Participábamos en todas las competiciones deportivas que habían de baloncesto y voleibol, los fines de semana nos cargábamos las mochilas con los bocatas y nos recorríamos los diferentes pueblos compitiendo, éramos un verdadero equipo, niños, padres, profe… siempre estábamos dispuestos para hacer que cada día tuviera momentos especiales e imborrables.
Hoy me paran cuando les encuentro por el pueblo y recordamos con cariño aquellos maravillosos momentos y vivencias.